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Las lesiones en el jugador de golf

El golf es un deporte de baja intensidad, baja exigencia física y de bajo impacto donde el trabajo aeróbico es suave. En general, el índice de lesiones es menor que el de otros deportes más exigentes o de contacto, y los beneficios que aporta jugar al golf en el cuerpo y mente están sobradamente demostrados.

La ejecución del swing es un movimiento técnico, complejo y asimétrico que requiere un proceso de aprendizaje largo y con una alta carga de repeticiones. Además, su ejecución en el campo requiere adaptarse a diferentes situaciones donde se puede terminar golpeando la raíz de un árbol, una superficie dura, una piedra, etc. Por lo tanto, no está exento de que se produzcan lesiones.

Grupos de jugadores de golf y lesiones

Quizás sea conveniente diferenciar tres grupos de jugadores a la hora de hablar de la incidencia de las lesiones:

  • Jugadores amateur: en estos casos las lesiones suelen producirse por una mala técnica y sobreuso de la zona lesionada. Como dice Ignacio Guerras (traumatólogo y presidente de la Federación de Golf de Madrid): “Si aprendes sin un profesor puedes tener lesiones derivadas de dos factores: un mal grip y el swing, que pueden provocar problemas de columna lumbar”.
  • Jugadores profesionales: en estos casos el origen suele estar en la frecuencia, intensidad de la práctica y número de repeticiones.
  • Jugadores seniors: pérdida de flexibilidad, masa muscular, lesiones previas, artrosis, etc. Pueden potenciar la aparición de lesiones nuevas o agravar las existente.

Las lesiones más comunes del golf

Atendiendo a diversos estudios podemos destacar cuales son las lesiones más comunes:

  1. Las lesiones de la parte baja de la espalda (dolor espalda). Algunos autores sostienen que esto viene potenciado por el swing moderno donde el giro de hombros es mayor pero se restringe el giro de caderas con el objeto de incrementar el “X-factor”. Estas lesiones también pueden tener su origen en un mal stance, de ahí la necesidad de contar con un profesor que corrija nuestra posición y movimientos.
  2. Lesiones del codo/antebrazo: aquí nos encontramos con “el codo del golfista”, epitrocleitis o epicondilitis media; y, “el codo del tenista” o epicondilitis lateral. La primera, consiste en dolor en la cara interna del codo que se extiende por el antebrazo, mientras que en el segundo caso el dolor se produce en la cara externa. Curiosamente, hay estudios que demuestran que se producen hasta cuatro veces más los casos de epicondilitis en el brazo no dominante (el izquierdo para un jugador diestro), en el caso de jugadores de golf. Se asocia con una mala técnica y/o los movimientos repetitivos que requieren flexión de la muñeca y/o pronación del antebrazo.
  3. Lesiones del tobillo y rodilla: estas lesiones ya son menos frecuentes en el golf y suelen ser complicaciones o agravaciones de lesiones previas. La rotación de los tobillos durante el swing, especialmente en los golpes largos pueden ser el momento más crítico.
  4. Lesiones de los hombros: en este caso los estudios demuestran que el hombro izquierdo tiene una mayor probabilidad de sufrir lesiones. “El mecanismo más habitual es el microtrauma repetitivo en la escápula posterior del hombro no dominante-guía, provocando inestabilidad posterior y en consecuencia tendinopatías del manguito rotador”.
  5. Lesiones de la muñeca: estas suelen aparecer más en jugadores profesionales que en amateurs y más en la muñeca no dominante o guía que en la dominante. El origen suele ser la sobrecarga o contusión. La lesión más frecuente es la tenosinovitis de Quervain que provoca dolor en la cara externa de la muñeca, irradiado hacia el pulgar y hacia el radio, y aumenta con los movimientos de flexión, extensión y abducción del pulgar.

lesion golf

De las cinco, las lesiones de la parte baja de la espalda son sin duda las más frecuentes. En las restantes no hay tanto consenso y su incidencia puede depender como hemos visto si hablamos de jugadores profesiones o amateur o de otros factores como la edad. Si nos centramos sólo en los amateur, un estudio realizado en Australia en el que se llevó a cabo un seguimiento de 588 golfistas durante un año arrojó los siguientes resultados:

  • Con un 18.3 % las lesiones de la espalda baja fueron las más frecuentes seguidas de las lesiones de codo/antebrazo (17.2 %), pie/tobillo (12.9 %) y hombro (11.8 %).

Además de estas lesiones también deberíamos tener en cuenta la exposición continuada del jugador del golf a los rayos UVA, los cuales pueden favorecer la aparición con el tiempo de enfermedades relacionadas con la vista (conjuntivitis y cataratas) y con la piel. En uso de gafas de sol adecuadas y protección solar suele ser el mejor aliado para mantenerlas a raya. Existen también factores psicológicos que se relacionan con la aparición de lesiones, pero de ellos hablaremos en otro artículo.

La prevención y tratamiento de la mayoría de lesiones comienza antes de llegar al tee de salida. Nos referimos con ello a la recomendación de llevar a cabo un programa de flexibilidad y fortalecimiento muscular adecuado a este deporte. También la realización de una rutina de calentamiento y estiramiento previa a la ejecución del swing es importante; ¿Cuántas veces hemos llegado al campo justos de tiempo, realizamos un par de swing de prácticas e intentamos luego mandar la bola con el Drive al infinito y más allá? No debemos olvidar una hidratación y alimentación adecuadas.

Finalmente, cabe recordar que la aparición de lesiones es algo normal en la práctica de un deporte (son “accidentes del trabajo”) y el golf no es un caso excepcional. Por ello, debemos afrontarlo con sensatez y serenidad: una vez que sufrimos o detectamos una lesión, realizamos una primera intervención si es posible (reposo, hielo, compresión y elevación); posteriormente acudiremos al médico que evaluará el alcance de la misma. Una vez realizado el diagnóstico y prescrito el tratamiento elaboraremos un plan para ir recuperando progresivamente la actividad. Esto, no quiere decir que la abandonemos totalmente (depende del caso), incluso a veces puede ser una oportunidad, por ejemplo: si sufres una epicondilitis, probablemente no puedas practicar con el Drive pero sí puedes aprovechar para mejorar mucho el putt (algo que nunca está demás). En cualquier caso, contar con un buen fisioterapeuta puede ser siempre de una gran ayuda, no es de extrañar que los grandes jugadores tengan uno entre sus filas, al igual que otros profesionales.

Mi agradecimiento por la supervisión de este artículo a una fisioterapeuta, gran profesional y mejor persona: Caterina Carrillo Carrión.

 

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